Otra víctima más de una sociedad corrompida, necesitada de valores, con ausencia de tolerancia, empatía y respeto …
Otra persona que luchó día a día con sus “demonios” internos creados y alimentados por una sociedad cruel.
Una sociedad que incitó y propagó el odio, el discrimen y el miedo hacia su persona.
Otra persona más que pedía en silencio a gritos atención, cariño, pero sobre todo ayuda. Pues esos síntomas que tanto nos asustan en las personas que padecen de problemas de salud mental les sirven como un escudo para poder soportar una realidad cruel. La experiencia me ha llevado a comprender que ese miedo no lo debemos sentir hacia esas personas, ese miedo lo siento hoy por esta sociedad que enferma, aísla, juzga y no respeta que todos merecemos vivir una vida digna.
Vivimos en una sociedad que no sólo nos enferma, sino también que destruye nuestra esencia. Irónicamente, luego la misma se asombra de los resultados que ella misma a incitado. ¿Desde cuándo nos importa tan poco la necesidad del otro?
Más allá de las razones, es importante cuestionarse qué estamos haciendo como sociedad para ayudar a tantas personas desventajadas que se encuentran justo en este momento viviendo una pesadilla despiertos donde todos a su alrededor se hacen de la vista larga.
Vivir una vida con sentido va más allá de la individualidad, vivir una vida con sentido es poder convivir y ayudarnos entre todos a sobrellevar esta vida que nos ha tocado vivir…