Aún así eres valiente

Todos a lo largo de nuestra vida hemos experimentado vivencias que para bien o para mal nos marcaron. Algunas consolidaron nuestros factores protectores, como otras tantas vivencias que trastocaron de manera significativa y no por eso positivamente partes esenciales de nuestro ser.

Y es que hay heridas que no son visibles. Son las heridas que se tardan más en sanar y que van hasta lo más profundo de nuestro ser. Esas mismas heridas nos conforman e influyen en nuestro autoconcepto, autoestima y comportamiento.

Y es que somos humanos y aunque tengamos en mente que sólo importa nuestra opinión sobre nuestra existencia, no podemos negar que vivimos en comunidad y que los discursos de los demás sobre nosotros influyen en los nuestros. Es tan difícil reconocer nuestro valor cuando el mismo está sostenido por conductas u opiniones de otros. Es difícil porque aunque sabemos que somos más que el suceso pesan las experiencias de rechazo, desilusión y las constantes manías de compararnos con los demás.

Y aunque todos constantemente te vean sonriendo no saben lo que te ha costado levantarte, superarte, valorarte, pero sobre todo intentar ser feliz. Pero no importa las circunstancias, nunca te rindas a mitad de camino. Eres prioridad, eres un ser particular y aunque los demás no vean las maravillas que hay en ti no significa que no seas grande. Nos sobran las razones para que seamos nuestra prioridad. Valorarnos por quienes somos, por lo que podemos dar, por ser únicos e inigualables. La vida se va en un suspiro y debemos hacer que cada día valga la pena. Aún así eres valiente, pues has decidido vivir para ti y trabajar por ti, pues reconoces que es lo verdaderamente esencial y serán de las cosas que nunca te arrepentirás.